Nuestra naturaleza siempre nos va a incitar a tratar de ser superiores a los demás, por eso, siempre que tengamos la oportunidad, vamos a criticar o juzgar a las otras personas.
A veces no pensamos con cabeza fría nuestras acciones, por ejemplo, cuando nos hacen responsables de alguna situación en particular en la que algo salió mal.
La mayoría de las veces no vamos a dudar en señalar y condenar a los responsables con tal de “salvarnos” del problema.
Aún cuando somos responsables, tratamos de justificarnos: “Yo sí envié el correo”; “Nadie me respondió a tiempo”; “El problema era más complejo de lo que parecía”, etc.
Entonces, ¿por qué si evitamos a toda costa que nos critiquen o reclamen, creemos tener la potestad de condenar o criticar a otros?
Evitar o cambiar esta actitud no es fácil, porque estamos acostumbrados a ser los que juzgan pero no los juzgados.
El autor del libro es muy claro:
Criticar no tiene sentido, hace que la otra persona se ponga a la defensiva y la obliga a justificarse. La crítica es peligrosa porque lastima el preciado orgullo de la persona, hiere su sentido de importancia y crea resentimiento.
Dale Carnegie, 1936. Como ganar amigos e influenciar a las personas.
Estoy seguro que muchos de nosotros hemos cometido este error en repetidas ocasiones. Yo personalmente era de los primeros en señalar responsables y trataba de justificarme siempre.
El primer principio del libro Como hacer amigos e influenciar personas es claro: nunca criticar.
En lugar de condenar o reclamar, lo mejor es tratar de comprender la situación en la que está la otra persona. ¿Qué hubiera hecho yo en su lugar?
Un consejo que les puedo dar cuando sientan la necesidad de reclamar o criticar, es escribir lo que piensan en ese momento. Ya sea en un borrador del correo o en un papel. Cuando termine, déjelo ahí por unos 15 minutos. Luego vuelva a leer lo que escribió, pero esta vez imagine que alguien le envió ese correo a usted. ¿Cómo se sentiría usted después de leerlo?
Cuando evitamos, en la medida de lo posible, este comportamiento comenzamos a “ganar” esas personas a nuestro favor.
En lugar de señalar, podemos ayudar a las personas para evitar que la situación se repita. Por ejemplo, si el código no funcionó como debía o si faltó documentación; motivemos a las personas a hacerlo mejor la próxima vez.
Si el cliente por alguna razón no entregó los requerimientos claros, expliquemos por qué son importantes, o por qué es fundamental contar con su apoyo.
No es fácil, pero los beneficios de esta práctica los van a sorprender. Cuando evitamos herir sentimientos o el orgullo de las personas, ellas mismas lo van a reconocer. Van a ver en nosotros una persona en la que se puede confiar y que está dispuesta a ayudarlos.
Creamos un lazo muy fuerte con las personas que, cuando tuvimos la oportunidad de haber criticado, reclamado o condenado, decidimos en cambio, ayudarlas a salir adelante.
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Referencias:
Libro Cómo ganar amigos e influenciar a las personas:
Versión en inglés. Versión digital.
Versión en español. Versión digital.